Una vez llegas a Belfast, puedes querer seguir dos vías: la primera es ver lo "típico" (catedrales, iglesias, edificios antiguos,...) y la segunda consiste en ver lo que ha sido esta ciudad en las últimas décadas (enfrentamientos con la policía, enfrentamientos con los grupos paramilitares, bombas, barricadas a pie de calle, etc).

Tras nuestra experiencia allí, creo que la segunda opción es mucho más correcta, claro que para eso habrás tenido que llevar una pequeña noción socio-política (vaya snob) sobre la historia de esta ciudad, y del conflicto armado en Irlanda del Norte en general.
De todas formas, con un día para cada "tipo" de turismo, es más que suficiente, y así lo hicimos nosotros.
Nada más llegar a su "zona centro", te encuentras con una ciudad muy limpia, cuidada y bastante curiosa. Seguramente, lo primero que te llame la atención sea el City Hall, ya que está justo en el centro y es enooorme.

Muy cerca de ahi, en la calle que sale justo delante del ayuntamiento, está el Belfast Welcome Center, donde podréis coger todo tipo de panfletos para ver las cosas más "representativas" (véase primera vía de turismo) de Belfast: Catedral de Santa Ana, la Ópera, el puerto donde se construyó el Titanic (es pa estar orgulloso...), etc. En el mercado de St. George, cerca del City Hall, se puede comprar muchísimos tipos de comida y a muy buen precio, aparte de merecer la pena ver el propio ambiente que allí hay. Ah! Si nada más entrar en la catedral de Santa Ana, alguien te grita, no te asustes.

Al día siguiente, y tras una GRAN caminata viendo todo lo "importante" (para las guías que daban en el Welcome Center), nos decidimos a ir al barrio católico, centro principal de los disturbios. Para esto, no hace falta coger ningún tipo de panfleto, basta con ir caminando por la calle principal, Falls Road, para ver montón de murales y estatuas. Hacia la mitad de la calle, hay un espléndido jardín en memoria de los caídos por Irlanda, con el nombre de Bobby Sands a la cabeza. Si callejeáis un poco, encontraréis muchísimos más murales (extrañamente bien cuidados, en España eso sería impensable), así como restos de cientos de barricadas en el asfalto.

Lo cierto es que la sensación que se vive viendo todo eso, es difícil de explicar. Todos los muros y las farolas están rodeados de alambres de espinos y hay cientos de pintadas pidiendo la excarcelación de presos políticos, así como estatuas en su honor.
Ya casi al final de Falls Road, está el cementerio, el cual merece la pena ir a ver, aunque sea de pasada (es de esos típicos de película).

Para volver al barrio legitimista, en el que estábamos hospedados (albergue independiente, HINI), sólo hay que bajar Donegal Road (donde hay montón de placas en favor de los presos colgadas de las casas, así como banderas irlandesas) y cruzar el puente. Una vez al otro lado del puente, se pueden ver más murales, pero del bando paramilitar. Un gran mural de "bienvenida" te dice que estás entrando en zona legitimista, el corazón de Belfast Sur, calle Sandy Row. Aquí todo es diferente, las casas están repletas de banderas d el reino unido, todo está mucho más cuidado (el reparto de bienes no es igual en un barrio que en otro) y las aceras están pintadas de rojo, azul y blanco. El espectáculo es dantesco.


Especial recomendación para relajarse en las noches de Belfast, es Kelly's Cellar, la taberna más antigua de Irlanda, que, por raro que parezca, no ha decaído con el turismo, sigue siendo auténtica, con sus carteles en gaélico, y su música en directo. La forma de llegar a ella no es muy fácil de explicar, está en una bocacalle de Castle Street, a la altura del McDonald's, hay que entrar por un callejón en el que hay una gran copa de cerveza.

En general, Belfast es recomendable 100%. Se pueden compaginar actos tradicionalmente turísiticos, con una gran carga histórica.